viernes, 29 de junio de 2012

RULETA RUSA - Hail, hail, rock and roll!

RULETA RUSA (1984)
Ocupen su localidad (Sabina) 3:24 – Telespañolito (Sabina/Krahe) 5:08 – Caballo de cartón (Sabina) 4:14 – Guerra mundial (M. Tena) 3:50 – Negra noche (Sabina/Camacho) 4:39 – Eh, Sabina (Sabina) 3:39 – Juana La Loca (Sabina) 5:35 – Ring, ring, ring (Sabina) 4:07 – Pisa el acelerador (Sabina) 3:39 – Por el túnel (Sabina) 5:08.

Finalmente Sabina llegó al rocanrrol en este, su segundo o tercer disco. Un poco antes había llegado a la televisión española y también había llenado el teatro Salamanca de Madrid, pero su base de operaciones seguía siendo “La Mandrágora” y así, en noviembre de 1981 edita junto a Javier Krahe y Javier Pérez el disco homónimo en vivo (en realidad, en ese momento Sabina y Pérez iban segundos detrás de Krahe, auténtico maestro de ceremonias). El paso de Sabina al rock no parecía evidente en este contexto. Pero en 1982 Paco Lucena pasa a ser su manager en reemplazo de Fernando Jurado y poco después deciden junto a Krahe que lo que mejor pueden hacer para no repetirse es separarse. Nuevamente Sabina corta el cuello a la gallina de los huevos de oro… y nuevamente acierta. Se pasa al rock and roll (como su ídolo Bob Dylan) y funda Ramillete de Virtudes, su primera banda roquera, luego conocida como Viceversa.
La producción de Ruleta Rusa estuvo a cargo de Jorge Alvarez y no le gustó para nada a Joaquín, quien, dispuesto a no correr los mismos riesgos que con Inventario, reclamó el derecho de re-producir la mitad de los temas: Juana la loca, Caballo de cartón, Negra noche, Por el túnel y Viejo blues de soledad, un tema que luego fue reemplazado por Telespañolito.
Los músicos que participaron son: Miguel Botafogo en guitarra, Antonio Sánchez en acústica, Antonio Molina en bajo, Miguel Angel Jiménez en batería y Pilar Carbajo en coro; hasta aquí la formación estable de Viceversa. A estos se agregaron Luis Mendo, Jaime Stinus, Manolo Aguilar, José Luis Villega, Javier de Juan, Oscar Astruga, Juan Ciro, José Manuel Lanes, Luis Cobos, Roberta Gil, Fermín Ladas, Javier Encinas, Bernardo Fuste. La parte vocal fue reforzada con coros a cargo de Jaime Asúa, Manolo Tena y Joaquín Lera.
Fue presentado en vivo en el teatro Salamanca, de Madrid, los días 15 y 16 de diciembre de 1983.

Ocupen su localidad es ese tipo de temas utilitario en función del inicio del álbum o del comienzo de un recital. Un poco a la manera de Sgt. Pepper´s Lonely Hearts Club Band (el tema, no el disco), pero si allí los Beatles introducían una función de domingo en la plaza del pueblo, aquí Sabina nos mete de lleno en el mundo nocturno cerrado del cabaret y no precisamente mediante una visión impresionista o estilizada: “El joven Marqués de Sade actuará a continuación/Sodomizando a una monja del Sagrado Corazón”. Una de las cualidades más asombrosas del discurso de Sabina se basa en su capacidad para naturalizar los tabúes sociales (sexo, droga). Frases como la anterior o como “perversas vírgenes rubias se masturban para usted” no aparecen con tanta frecuencia ni con tanta displicencia en el repertorio de grupos de pose más contestataria o transgresora. Y en Sabina funciona. Se le acepta con un leve dejo de rubor como asumiendo su incapacidad para diferenciar los límites entre lo “políticamente correcto o no”. El tema además de anunciar el tenor del resto del disco (como toda presentación) también señala el nuevo rumbo ideológico que tomará en lo inmediato, ya alejado definitivamente del militante de izquierda de Inventario y dispuesto a disfrutar de la noche, el sexo, el rock y la droga.
En lo musical sorprende con su ritmo de rockabilly y sus cortes instrumentales (con ese saxo suena a los Redondos de Gulp!). Hasta que no se escucha su voz cuesta convencerse que es un tema de Sabina. En lo armónico hay distintas voces que aparecen en distintos momentos. En vivo suena mejor.

Con su cuota de dardos contra la iglesia, el gobierno y el ejército, Telespañolito, es una secuela inmejorable. Originalmente un tema cortina del programa “Si yo fuera presidente”, donde Sabina participaba por entonces. Su amplia popularidad obligó a incluírlo en lugar de Viejo blues de la soledad. La sujeción del referente a la realidad del momento, como ser el gobierno de Felipe González (“Iñigo sin bigote, Balbín con gripe/Para cambios profundos los de Felipe”) lo emparentan con los collages dalinianos en base a papel periódico, que rehuyen todo tipo de trascendencia.

Básicamente un reggae de protesta, es el primero de una serie de temas que mencionan los arduos comienzos de Sabina en Madrid : “Pasé de logaritmos y de Cervantes/Y me vine a Madrid para ser cantante/Pero como cantaba con intención/Tres rombos le colgaban a mi canción”. El estribillo es de Javier Krahe, amigo y camarada de ruta de “La Mandrágora” y dicho sea de paso satiriza el célebre Españolito, de Machado-Serrat (“Españolito que vienes al mundo te guarde Dios/una de las dos Españas ha de helarte el corazón”).
Hay un buen bajo, una guitarra en contratiempo y los vientos establecen un diálogo con la parte vocal, aunque el coro de chicas le da un toque comercial (disculpable para un tema de TV).

La llegada de Caballo de cartón redondea una de las mejores secuencias de comienzo de álbum en Sabina. Mete una pausa al acelere con su aire de “lento a lo Stone”, sentimentalismo distante que invierte todas las reglas de la canción romántica aún cuando se trate de una canción romántica. El sujeto parte al rescate part-time de su chica, prisionera en la fortaleza oficinesca: “Tirso de Molina, Sol, Gran Vía, Tribunal/¿Dónde queda tu oficina para irte a buscar?/Cuando la ciudad pinte sus labios de neón/Subirás en mi caballo de cartón/Me podrán robar tus días, tus noches no”. Fue dedicado a su esposa, Lucia, por entonces empleada de oficina. Sabina se las ingenia para asestar algunos palos a la mediocridad de la vida moderna sujeta a las leyes mercantiles. La oposición “encierro corporal” – “libertad mental” como símbolo de resistencia: “La voz de tu jefe brama `estas no son horas de llegar´/Mientras tus manos archivan, tu mente empieza a navegar”. Una vuelta al molde acústico de Malas Compañías (en especial recuerda a Calle Melancolía y Pongamos que hablo de Madrid) donde destacan el timbre de voz fresco y juvenil que obtuvo Sabina y el inolvidable solo de violín.

Guerra mundial vuelve al tema de los medios de comunicación de Telespañolito. La melodía parece entrar y salir de un pantano sonoro en el que destacan el piano y la flauta. La letra (de Manolo Tena) es apenas mejor. Lo mejor es el verso “Y mientras tanto tú, cambiando de champú”, que Sabina reutilizará para la infinitamente superior Esta boca es mía, años después, para retratar la ironía de la vida cotidiana acechada por la guerra (“La guerra que se acerca estallará /Mañana lunes por la tarde /Y tú en el cine sin saber”). Si se trata de una vuelta a la canción política, la amplitud del blanco diluye y desactiva cualquier posibilidad de denuncia genuina. Extemporáneo en el discurso-en-construcción de Sabina.

Con Negra noche, el disco retoma el discurso y la calidad. Básicamente un rock lento, sin maquillaje y con Botafogo luciéndose en los arrreglos de guitarra. Nuclea elementos latentes, presupuestos a lo largo del resto del disco. Es el espacio ideal en que se sitúan lo personajes de Sabina: lugar marginal en el doble sentido del albergar lo desechado, lo punible socialmente (“La noche que yo amo tiene dos mil esquinas/Con mujeres que dicen `¿me das fuego chaval?´/Y padres de familia que abren sus gabardinas…”) y de frontera con lo otro, la búsqueda de una verdad, el lugar del borracho, el loco, el suicida… el artista. El propio sujeto se constituye en esa búsqueda: “Negra noche, espero tanto de ti”. Pulsión, deseo. Los arreglos son de Sabina y el grupo Suburbano.

A partir de aquí el disco entra en la zona roja del sexo y el rock. Eh Sabina! y Juana la Loca tal vez tengan demasiados cortes para ser puros rocanroles pero resuman entusiasmo y malos modales. En el primero, un riff a modo de cortina introductoria y el solo de guitarra rompen la textura musical uniforme que acompaña el chiste de la letra. La autorreferencialidad crea un personaje fogueado en el sexo, el alcohol y el rock and roll (téngase en cuenta la delicadeza de alterar la serie clásica). La figura de artista que Sabina construye alrededor de sí lo presenta como transgresor de las reglas de una “profesionalidad” que uno supone asociada al negocio del espectáculo. Aquí sigue las huellas irreverentes de Pasándolo bien “Como bebo demasiado y no me sé controlar/Del trabajo me han echado por falta de seriedad/Que me pongan otro vaso, no pienso hacer caso a/Los que me dicen ‘Eh, Sabina’, ten cuidado con el Paternina”.

Juana (basada en una idea de J. L.García Martín dicen los créditos) es un tema de alto impacto, irresistible a la primera oída. La declaración de principios a favor de la libre elección sexual reviste se ve equilibrada en el estribillo por la aparición de una voz más machista. Así, la burla y reivindición del personaje se equilibran: “Después de toda una vida sin un triste devaneo/Coleccionando miradas en el desván del deseo/De pronto un día pasaste de pensar que pensarían /Si lo supieran, tu mujer, tus hijos, tu portera/Y te fuiste a la calle con tacones y bolso/Y Felipe el Hermoso por el talle/Desde que te pintas la boca en vez de Don Juan te llamamos Juana la loca”. La vuelta de tuerca está dada por el juego con significantes tan caros a la “españolidad”, la cual metonímicamente cae en la volteada. Recordar la introducción a la versión en vivo de Sabina y Viceversa: “La edificante historia del ibérico Don Juan sorprendido en el momento de salir a la calle convertido en Juana la Loca”.

Ring ring ring es menos cómica, más cínica y va de la mano de un pianito cantinero, acompañado por una guitarra distorsionada, un bajo que se va en floreos y coros de chicas en el estribillo que no termina de soltarse y se revela algo incómodo en el verso largo. Si no se es autorrentado, si se pierden los contactos en el sector de privilegio, se corre el riesgo de sufrir el síndrome de fin de fiesta con su resaca social correspondiente. “Tu nombre estaba en todas las agendas de la gente `in´/El teléfono en tu casa no paraba de hacer ring, ring, ring/No había cóctel, party, cena, estreno, en que faltaras tú/Por las noches en Bocaccio, y al Gijón para el vermut/Lástima que ahora, cuando llaman a tu puerta, ves/Al casero que te pide por octava vez el alquiler”. Relato de exceso y soledad donde la ley del mercado se impone por sobre las relaciones sociales en el mundo que frecuenta la heroína. No hay posibilidad de abstraerse a tales reglas. No a esa altura. La voz poética cumpliría una función de “consejero cruel”. El último verso “sal corriendo si no quieres perder también ese tren” anuncia el siguiente tema: Pisa el acelerador. A igual que el anterior, revela a un Sabina más interesado en la actitud tosca y desafiante del rock: “Dentro de algún tiempo estarás acabada/Metida en tu casa, haciendo la colada, /Nadie te dirá `muñeca ven conmigo`/Dónde iras cuando no tengas un amigo/Tarde ya comprenderás por qué te digo: Pisa el acelerador...”. La apelación a vivir el presente y a rehuir la vida matrimonial serán tópicos repetidos en el repertorio de Sabina. Aquí la alocutaria es otro tipo de mujer, está todavía de este lado de la del tema anterior, se le reclama a la otra se le recrimina. La aparente contradicción del sujeto-apelativo-Sabina no es más que el intento de alcanzar el equilibrio utópico “que va del tedio a la pasión”.

Musicalmente es más atractivo, con un desarrollo melódico superior, donde una inédita octava media rompe las barreras del metro y la rima. También es el primer tema en presentar una coda extendida, recurso que se repetirá en el futuro. Por el túnel inicia un final anticlímax con su aire acústico y su solo slide aunque luego acaba con la banda a pleno. La letra trata el tema del sentar cabeza que luego se instalará en Whisky sin soda. Aquí la vida burguesa es vista como prostitución: “El resto de la banda se perdió/El maldito reloj los engulló/Hacen quinielas, hijos, van al bar/Tu oficio no es peor que los demás”. El estribillo no es de lo mejor. Sin embargo era uno de los temas preferidos de Sabina.

1 comentario:

  1. "Por el túnel" es probablemente el mejor tema de "Ruleta rusa". Para gustos, canciones... Igual, buena reseña. Me las estoy leyendo todas.

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